El hombre es un burro, mi hija- me decía mi papá- está todo el día trabajando en la calle mientras la mujer se queda sentada en la casa. Si se mete un ladrón o hay un problema el hombre es el que tiene que salir a dar la cara, si el hombre va sentado en una guagua y entra una mujer él tiene que pararse y darle el asiento a ella, si hay que atender el conuco, desyerbar el patio, hacer una construcción o cualquier fuerza, de una vez buscan al burro; fíjate incluso que si una pareja se deja la mujer se queda con todos los trastes, con la casa y con los hijos; dejan al marido en la calle sin nada.
La mujer es una burra, mi hija- me decía mi mamá- no descansa ni de noche ni de día, porque en el día tiene que atender la casa y los muchachos, y en la noche, al marido. Tiene que sobrellevar todos los malestares del embarazo y el parto, y encima aguantarle muchas cosas a los hombres, que creen que porque ellos son los que traen el dinero tienen más derecho; la mujer tiene que mantener todo en orden, asegurarse que la ropa de él siempre esté planchadita y sin curtiembre, porque si no los vecinos la acaban y además tiene que sacar tiempo para estar siempre bonita o hasta cuernos tiene que aguantar.
La forma de pensar de mis padres es algo comprensible y hasta cierto punto válido unas décadas atrás, antes de que la sociedad avanzara y llegara al punto en el que estamos ahora.
Sin lugar a dudas, Dios sabe como hacer sus cosas; Hizo de la mujer y el hombre dos seres completamente diferentes y al mismo tiempo absolutamente complementarios. Como todas las cosas que nos da, no nos dice cómo sacarles provecho; eso tenemos que determinarlo nosotros mismos.
Mucho tiempo ha pasado desde que mis padres me decían estas cosas, y como es de esperarse, con el paso del tiempo también ha cambiado la forma de relacionarse del hombre y la mujer. Aunque aún hay parejas que siguen este patrón hombre-calle/mujer-casa, éste cada vez se ve menos, debido, sobre todo al acceso al trabajo renumerado que ha alcanzado la mujer. Ahora la forma ideal en que se relaciona una pareja es que ambos deben compartir las responsabilidades de la casa y la familia al mismo tiempo que se dividen equitativamente los gastos.
La convivencia civilizada entre el hombre y la mujer es algo que, a mi juicio, debió nacer en el primer momento en que ambos seres se dieron cuenta de que les apetecía estar juntos para procrear hijos, o simplemente disfrutar la mutua compañía. Ha evolucionado desde los tiempos en que el uno dominaba al otro y está acercándose a la etapa en que los dos comparten su vida en condiciones de igualdad.